PUNTAPIÉ A LA LEY DE COSTAS Y AL GOBIERNO

Una ley que desconoce la realidad –cosa que tampoco es tan rara- de miles de familias de muy bajos recursos que por razones forzosas tienen sus casas en zonas cercanas al mar, en algunos casos que están casi precitadas sobre él. El gran problema de la Ley de Costas es que ha sido legislada por extraterrestres. Y digo extraterrestres porque solo hubiera hecho falta que algún interplanetario de los que la orquestaron se acercara un fin de semana por la costa gallega, asturiana, catalana o andaluza –por mencionar algunas- para ver los muchos pueblecillos que tienen barios enteros de pescadores en situación inmediata al mar haciendo parte de una larga tradición y que además enriquecen y, podríamos afirmar sin temor de Greenpeace, que hacen parte esencial del paisaje natural. El gobierno, cruzado de manos ante la expropiación y demolición injusta de muchas infraviviendas propiedad de familias pobres y desprotegidas –algunas de estas familias están compuestas por impedidos físicos o psíquicos-, que sólo poseen estas chabolillas y casas-cueva y que dependen de pensiones ínfimas o de salarios ridículos. Es muy triste ver a miles de familias a la espera de que sus pequeñas viviendas sean demolidas por culpa de una ley muy injusta y mal enfocada.
Otra cosa muy distinta son los voraces constructores que se las han ingeniado para infringir esta ley y que se han “forrado” construyendo complejos y hoteles, destruyendo la naturaleza. Muchos de estos complejos son muy recientes, de apenas unos años y han sido el resultado -en algunos casos concretos- de la corrupción inmobiliaria, del tráfico de influencias y de todo tipo de jugarretas. Esas construcciones sí que deben ser demolidas y los constructores encarcelados, pero no deben pagar justos por pecadores.